See on Scoop.it – Vida espiritual

Existe una crisis muy común en el matrimonio y es la crisis de la competitividad. Se da naturalmente luego de que cada cónyuge se ve a si mismo como experto en algo y compite con el conyuge, ya no solo por ese aspecto que considera dominar, sino sobre otros aspectos. También se produce porque durante un buen tiempo,   cada cónyuge “renunció” a muchas cosas, y en algún momento deja de hacerlo. Por ejemplo: “durante mucho tiempo no le dije que cambiara su forma de vestir, pero ahora es tiempo de que cambie”, y cosas por el estilo.  Esta crisis no tiene síntomas tan graves como otras, sino mas bien se da lenta pero consistentemente, ya que se intenta demostrar a si mismos, a los hijos, y a la sociedad que “yo tengo la razón” o “yo tengo mas capacidad que el otro” y empezamos a desarrollar  discusiones sin sentido, sin salida y hasta sin importancia. Hay  dos peligros en este tiempo de crisis: en primer lugar,  es que no parece crisis, ya que empieza siendo discusiones casi sin sentido, pero que tienen como objetivo reforzar la idea de que soy mejor que el otro. El otro peligro es cuando al fin, el trato habitual se torna crítico: cuando se habla solo para descalificar, minimizar, desprestigiar, humillar, ocultar ( y otros sinónimos) lo que el otro hace; y como contrapartida destacar mas abiertamente lo que uno hace o dice.  Cuando la relación está planteada para pelear quien es mejor, la crisis está en su máximo apogeo. Los hijos toman partido de a cuerdo a sus conveniencias, cualquier intento por pasar tiempo juntos es nefasto porque ese tiempo se ocupa para luchar, ganando batallas de autoestima que dejan mas vacío en la relación. Cualquier batalla ganada es una derrota para el matrimonio. Cómo se sale de esto? … en el próximo capítulo.