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La virtud siendo juzgada por la maldad
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La Segunda Guerra Mundial desde el Espacio Esta espectacular producción revela los aspectos clave de la Segunda Guerra Mundial como nunca antes se habían vis…
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Imágenes de Canal 13 de Corrientes www.ellitoral.com.ar

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Running, jumping and biking on 8,000 litres of non-newtonian fluid in Kuala Lumpur, Malaysia! Brought to you by Mach by Hong Leong Bank together with We are …

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Me rompo, pero no me doblego, afirma un cierto dicho popular. Me doblego para no romperme, sugiere la sabiduría cristiana. Dos modos de entender la vida: el primero, con su dureza, fácilmente destinado a levantar muros de incomunicación entre las personas, hasta la degeneración del odio. El segundo proclive a tender puentes de comprensión, también después de un altercado, una discusión. Pero, advirtió Francisco, a condición de buscar y practicar “la humildad”. 

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En los pequeños detalles es donde se libra la batalla del odio contra el amor.
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‘Quien odia a su hermano es un homicida, y el envidioso, el celoso, comienza a odiar al hermano’. El Papa denuncia en Santa Marta ‘los celos, las envidias y las murmuraciones’

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Con el fin de animar a que más fieles se acerquen al sacramento de la Reconciliación, desde inicio de esta semana circula en Polonia el primer “confesionario móvil”, una iniciativa que responde al llamado que el Papa Francisco hace a los…
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Existe una crisis muy común en el matrimonio y es la crisis de la competitividad. Se da naturalmente luego de que cada cónyuge se ve a si mismo como experto en algo y compite con el conyuge, ya no solo por ese aspecto que considera dominar, sino sobre otros aspectos. También se produce porque durante un buen tiempo,   cada cónyuge “renunció” a muchas cosas, y en algún momento deja de hacerlo. Por ejemplo: “durante mucho tiempo no le dije que cambiara su forma de vestir, pero ahora es tiempo de que cambie”, y cosas por el estilo.  Esta crisis no tiene síntomas tan graves como otras, sino mas bien se da lenta pero consistentemente, ya que se intenta demostrar a si mismos, a los hijos, y a la sociedad que “yo tengo la razón” o “yo tengo mas capacidad que el otro” y empezamos a desarrollar  discusiones sin sentido, sin salida y hasta sin importancia. Hay  dos peligros en este tiempo de crisis: en primer lugar,  es que no parece crisis, ya que empieza siendo discusiones casi sin sentido, pero que tienen como objetivo reforzar la idea de que soy mejor que el otro. El otro peligro es cuando al fin, el trato habitual se torna crítico: cuando se habla solo para descalificar, minimizar, desprestigiar, humillar, ocultar ( y otros sinónimos) lo que el otro hace; y como contrapartida destacar mas abiertamente lo que uno hace o dice.  Cuando la relación está planteada para pelear quien es mejor, la crisis está en su máximo apogeo. Los hijos toman partido de a cuerdo a sus conveniencias, cualquier intento por pasar tiempo juntos es nefasto porque ese tiempo se ocupa para luchar, ganando batallas de autoestima que dejan mas vacío en la relación. Cualquier batalla ganada es una derrota para el matrimonio. Cómo se sale de esto? … en el próximo capítulo.